
El sol de mis días, la cama a medio hacer,
me quedaría a vivir bajo tu piel.
La luz de tu sombra, no quiero volver
a los días en los que no hay ese sabor a miel.
Una ducha de agua fría al pensar que volvería,
sueños de cartón debajo del colchón.
Y es que esa melancolía a la que me refería
es susceptible a lo que llamaría oración.
El lugar donde crecemos,
las personas que nos hacen ser,
el momento en que somos
un lugar donde florecer.
Tu esencia en vida,
un templo por construir,
cuando la huida
no se pueda compartir.
Seguiremos siendo
aunque marchemos,
seguiremos sintiendo
aunque no estemos.
Viviremos el momento
en todos sus matices,
sin dar lugar al lamento
ni a sentirnos infelices.
Llorar nos hace humanos,
es nuestra sanación,
reír sentirnos vivos
en medio de una canción.
Por ser y seguir siendo,
haciendo y deshaciendo,
avanzando y retrocediendo,
en la inercia donde habita el tiempo.